domingo, 8 de abril de 2012

Quedate tranquila ma, tenemos Patria

Me acaban de llamar mis viejos desde Córdoba. Ellos son laburantes de toda la vida: mi papá en la construcción, todavía con el mismo esfuerzo que le metía a los 20; mi vieja ama de casa, catequista, maestra particular, madraza, abuela, amiga. 
Este fin de semana recibieron visitas de otros familiares y amigos/conocidos: tilingos de clase media que replican con fiereza y convencidos el discurso de Clarín y La Nación (que, sabemos, son los gritos patoteros del bloque de clases dominantes), especuladores genéticos, antipolítica o gorilas acérrimos. 
Al parecer, recorrieron en sobremesas el espinel de la agenda mediática: "cerraron las importaciones", "inflación desmedida", "falta de medicamentos", "construcción parada" y no se qué sarta de guarangadas por el estilo. 
Entonces, me llaman mis padres como alarmados, como no queriendo entender esos argumentos que huelen mal. Me preguntan. Buscan argumentos. Me creen, porque les gusta la Presidenta. La quieren. Quieren confiar a pesar de la historia espesa que cargan en sus mochilas. Y lo hacen. "Me quedo tranquila entonces", me dice mi vieja cuando vamos a cortar. 


Quedate tranquila ma, TENEMOS PATRIA.


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