sábado, 12 de febrero de 2011

VENEGAS, DUHALDE, LA SOCIEDAD RURAL, LOS (NO) TRABAJADORES Y LA FOTO

"Quiero agradecer el apoyo de todos los trabajadores, agradecer a los que se manifestaron en distintos puntos del país y a los que me acompañaron todo el día esperando que resolución del juez fuese favorable..." Esas fueron las primeras palabras que prounció Gerónimo Venegas ayer tras ser liberado por el juez Oyarbide tras declarar más de 7 horas enel marco de los medicamentos truchos, en la que el Momo está imputado de asociación ilícita.

La trama de la causa es compleja. Terriblemente compleja: sus ramificaciones parecen afectar intereses que atraviesan transversalmente la escena política-económica.

Compleja: la CGT, conducida por Hugo Moyano que es un dirigente sindicalista cercano al gobierno (en realidad, uno de sus principales puntales en cuanto a movilización) y que está enfrentado con el sector al que pertenece Venegas -la CGT Azul y Blaca de Barrionuevo- cuyo jefe político es Eduardo Duhalde que, asismismo, es acérrimo enemigo del Kirchnerismo -ufff, tome aire compañero-) elaboró un documento corporativo en el que fustigó la detención de Venegas, su enemigo íntimo. Dicen ("dicen" es lo mismo que citar las fuentes que usan furtivamente Morales Solá y Nelson Castro y Kirschbaun y Van der Kooy) que la firma de este documento corporativo necesitó no pocos esfuerzos y discusiones subidas de tono: apenas algunas horas antes, la presidenta CFK había criticado duramente (por elevación) a Venegas por la responsabilidad que le tocaría en los recientes "descubrimientos" de trabajo esclavo en trabajadores que pertenecen (o deberían) al gremio del Momo. Quizás, y solo quizás, allí reside una flagrante contradicción al interior del armado K.

Compleja, la trama: al salir de su detención, Vengas agradeció a "los trabajadores". A los TRABAJADORES. Horas antes de su liberación (supuestamente exigida por miles e "trabajadores" alrededor del país; construcción fogoneada y consolidada enel dispositivo hegemónico de medios opositores) el jefe político de Venegas, Duhalde, había realizado una conferencia de prensa enclavada en una iconografía penosa y desde la que acusó al gobierno nacional por la detención del "líder" sindical: encerrados en un cuartito exiguo, pululaban el ex presidente interino, la golpeadora y diputa Graciela Camaño y un raquítico (condición disimulada en la pequeñez asfixiante del salón) grupo de dirigentes-patrones que sustituían a los "trabajadores" a los que Venegas aludió tras su liberación, como si fuera Perón el 17 de octubre de 1945. El saloncito estaba atiborrado de presidentes de la Sociedad Rural de diveros lugares del interior.

Compleja la trama. Aunque la foto es explícita hasta lo pornográfico. 

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