viernes, 30 de julio de 2010

UN PULITZER

La apropiación de sentido fue una de las armas principales con que el proyecto neoliberal instauró su hegemonía para el vaciamiento.


Una de las verdades reveladas fue la instalación de la idea del periodismo y periodistas como reservas éticas y morales de la nación y vigías incorruptibles de la acción, corrupta por naturaleza, del Estado.

Esta idea encontró en los noventa y en el inicio de este siglo su máximo esplendor: el vacío representacional que había dejado la clase política, las instituciones debilitadas y con la cosa privada como paradigma.

En esa coyuntura, fueron las empresas periodísticas las que aprovecharon y, subidas a la pelotudez importante de CUARTO PODER, se convirtieron en los guías de una sociedad carente de anclajes representacionales.

Entonces, desde la moralina, el honestismo superficial, la denuncia furtiva (muchas veces sin sustento sólido) y la moralización de la política se erigieron como “grandes referentes” (para la clase media) desde el periodismo el Gordo Lanata, Santo Biasatti, Nelson Castro, Tenembaum, Sloto, Majul (que es el ídolo de nuestro pasante), Hadad, Laje, María Laura Santillán.

Ellos marcaron una forma de hacer periodismo y se ganaron un lugar. Pero este tiempo histórico los pasó por arriba y marcó la defunción de una forma. El fin del periodismo, como afirmó Esteban Schmidt. La muerte de esa forma de ejercer este, por momentos, siniestro oficio.

Esta semana leí un artículo muy interesante acerca de Joseph Pulitzer en Página 12. Ese nombre está íntimamente relacionado con la excelencia periodística. Recibir un premio Pulitzer es consagrarse de grosso. Pulitzer, que nació en 1847 y murió en 1911, creó la escuela de periodismo en la Universidad de Columbia y los premios que llevan su nombre. Fue el fundador del “World”, uno de los diarios más influyentes de la historia estadounidense.

¿Pero cuál era la concepción de Pulitzer del periodismo? Su biógrafo afirma que para Pulitzer “el diario no era sólo una máquina de hacer dinero, sino un instrumento de voluntad y poder”.

Pulitzer fue 2 veces electo, una por el partido demócrata y otra por el Republicano. Como si acá lo hubiesen elegido peronistas y luego radicales.

Digo, creo que esa es una forma más honesta de encarar el análisis sobre la naturaleza y los fines del periodismo. Pulitzer, hoy sinónimo de excelencia, fue el creador del periodismo amarillo, en una época en que el periodismo y la política eran concebidos parte de una misma cosa en dimensiones diferentes. Hay otra frase de Pulitzer que ejemplifica esto: “Nuestra República y su prensa se elevarán o caerán juntas”.

Hace casi 100 años, Pulitzer marcó una forma que hoy debemos decodificar e interpretar con suma inteligencia para dar todos los debates necesarios y redefinir al periodismo de cara al futuro. No se trata de ser apologista de Pulitzer. Lo que es seguro, es que ya no vamos a concebir al periodismo hegemónico, y a sus periodistas estrellas, como guardianes impolutos de nuestros derechos. Porque, sabemos, siempre es bueno hablar de ciertas cosas. Es que durante mucho tiempo nos explicaron que “mejor no hablar de ciertas cosas”.

(DESDE EL MINUTO 12)

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