miércoles, 17 de marzo de 2010

ESPEJOS, MALOS ESPEJOS


Messi toma la pelota en su parcela mágica, allí, recostado sobre el sector derecho del ataque del Barcelona; desde ahí arranca en diagonal hacia el área con ese slalom que es una marca registrada globalizada, que parece –paradójicamente- la copia de la jugada de Play Station: tan virtuoso y estético es el andar del rosarino, tan irreal en este mezquino fútbol actual, que parece subvertido el orden que determinó que la inspiración sea el de carne y hueso y no al revés.


La jugada termina en gol, claro. Es una de las piezas más armoniosas que puede presentar el espectáculo deportivo global de la actualidad. Es una síntesis glamorosa de capacidad técnica, destreza física y estética catalizadora.

Sin embargo, hay una incongruencia fulminante entre la belleza de la jugada y el relato de la misma. Altisonante, barroco, abarrotado. Un ruido estridente el relato, que no concuerda con la sutileza de Messi. Una interferencia que mengua el goce.

Una vez más, el periodista, el periodismo, la producción de sentido del medio, la necesidad corporativa de generar algún tipo de identificación para mantener cautiva la audiencia o la mediocridad individual que deriva en la creación de un producto ramplón e inverosímil, cuyo resultado ulterior es la subestimación del público, conspiran contra la más básica forma de comunicación en un medio audiovisual. Es decir: ¿Por qué el relator vocifera, exagera, distorsiona lo que se ve con precisión inmaculada a través de la pantalla?

Dijo alguna vez Dolina, en simbiosis con aquello del país real y el país virtual que expresó la Presidenta. “Hay que tener un poco de sana desconfianza. Uno crece en la inteligencia de que los espejos devuelven fielmente la imagen de quien se le pone adelante. Es una convicción fuerte. Hasta que una mano malvada empieza a fabricar espejos que deforman, que no devuelven la verdad sino la mentira (…) A lo mejor, llegó el tiempo de desconfiar del espejo y pensar que, a lo mejor, los fabricantes de espejos tienen intereses inconfesables que desconocemos. A lo mejor hay que mirar más la realidad y menos el espejo de la realidad que, a veces, está tendenciosamente modificado”.

(Mañana 18/3 este artículo se publicará en las ediciones impresa y digital del diario Diagonales http://www.diariodiagonales.com/)

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